miércoles, 6 de abril de 2016
historia triste de perritos
Una pareja de jóvenes tenía varios años de casados y nunca pudieron tener hijos. Para no sentirse solos, compraron un cachorro pastor alemán y lo amaron como si fuera su propio hijo. El cachorro creció hasta convertirse en un grande y hermoso perro; salvó en mas de una ocasión a la pareja de ser atacada por ladrones. Siempre fue muy fiel, quería y defendía a sus dueños contra cualquier peligro.
Luego de siete años de tener al perro, la pareja logró tener el hijo tan ansiado. La pareja estaba muy contenta con su nuevo hijo y disminuyeron las atenciones que tenían con el perro. Este se sintió relegado y comenzó a sentir celos del bebé y ya no era el perro cariñoso y fiel que tuvieron durante siete años.
Un día la pareja dejo al bebé plácidamente durmiendo en la cuna y fueron a la terraza a preparar una carne asada. Cuál no fue su sorpresa cuando se dirigían al cuarto del bebé y ven al perro en el pasillo con la boca ensangrentada, moviéndoles la cola. El dueño del perro pensó lo peor, sacó un arma que llevaba y en el acto mató al perro. Corre al cuarto del bebe y encuentra una gran serpiente degollada. El dueño comienza a llorar y exclama: ¡he matado a mi perro fiel!
¿Cuántas veces hemos juzgado injustamente a las personas? Lo que es peor, las juzgamos y condenamos sin investigar a que se debe su comportamiento, cuáles son sus pensamientos y sentimientos. Muchas veces las cosas no son tan malas como parecen, sino todo lo contrario.
La próxima vez que nos sintamos tentados a juzgar y condenar a alguien recordemos la historia del perro fiel, así aprenderemos a no levantar falsos contra una persona hasta el punto de dañar su imagen ante los demás.
ABIA
hachik
En 1924, Eisaburō Ueno, un profesor del departamento de agricultura en la Universidad de Tokio adoptó a Hachikō como su mascota. Desde entonces, cada día Hachikō lo esperaba en la puerta delantera de la estación de Shibuya para saludar a su amo al final de cada día. Esta rutina continuó sin interrupciones hasta el mes de mayo de 1925, cuando el profesor Ueno ya no regresó, como de costumbre, en tren, pues previamente había sufrido una hemorragia cerebral mientras impartía clases en la universidad de Tokio, y murió. Debido a esto, jamás regresó a la estación de tren, donde su leal mascota lo esperaba.
Hachikō demostró su lealtad a Ueno y cada día, por los siguientes diez años de su vida, esperó en el acostumbrado sitio donde se sentaba, justo enfrente de la estación.
Conforme transcurría el tiempo, Hachikō comenzó a llamar la atención de propios y extraños en la estación; mucha gente que solía acudir con frecuencia a la estación habían sido testigos de cómo Hachikō acompañaba cada día al profesor Ueno antes de su muerte. Fueron estas mismas personas las que cuidaron y alimentaron a Hachi durante ese largo período.
El 21 de mayo de 1925, el profesor Ueno no regresó; había sufrido una hemorragia cerebral que le provocó la muerte mientras impartía clase en la Universidad Imperial, pero Hachi se quedó allí, en su sitio, esperándole. Pasaron los días, que se convirtieron en meses, y los meses en años, y Hachi seguía acudiendo fiel y puntualmente a esperar a su amo, sin importarle si hacía frío o calor, tan sólo esperaba volver a verle.
La devoción que Hachikō sentía hacia su amo fallecido conmovió a los que lo rodeaban, quienes lo apodaron el perro fiel. En abril de 1934, una estatua de bronce fue erigida en su honor en la estación de Shibuya, y el propio Hachikō estuvo presente el día que se presentó la estatua. La estatua fue reutilizada a causa de la Segunda Guerra Mundial, pero se erigió otra estatua en agosto de 1947, que aún permanece y es un lugar de encuentro extremadamente popular, tanto que en ocasiones la aglomeración de gente dificulta el encuentro.
También hay una estatua similar en Odate, delante de la estación de Odate.
El 7 de marzo de 1935, Hachiko murió de filariasis., su cuerpo fue encontrado frente a la estación de Shibuya, tras esperar infructuosamente a su amo durante diez años. Sus restos fueron depositados en una caseta de piedra que se construyó al pie de la tumba del profesor Ueno, en el Cementerio de Aoyama, Minmi-Aoyama, Minato-Ku, Tokio. Aunque, posteriormente, su cuerpo se recogió para ser expuesto en el Museo de Ciencias Naturales del distrito Tokiota de Ueno tras ser restaurado y disecado.
El 8 de abril de cada año se conmemora a Hachiko en la plaza frente a la estación de trenes de Shibuya.
Historias muy tristes de perros, para reflexionar.
hacia
Un perro llevaba en una canasta, para la casa de su amo, un buen pedazo de carne. Por el camino encontró a su pariente el cimarrón, quien entabló con él conversación amistosa. No comía todos los días el pobre, y de buena gana hubiera mascado un poco de lo que llevaba el perro. Hacía mil indirectas; ofrecía sus servicios para cualquiera oportunidad; proponía ciertos cambiazos muy ventajosos, según él, enumerando con énfasis las varias reses que decía tener guardadas.
-Dame la canasta -decía al perro-; te la voy a llevar hasta casa, y allí verás cosa buena.
Podrás elegir a tu gusto la presa que más te parezca debe ser del agrado de tu amo, a quien tanto deseo conocer, y así se la ofreces de mi parte.
El perro, sin desprender los dientes, medio le contestó que no tenía tiempo, que dispensara, y para evitar compromisos, se apretó el gorro.
Algo más lejos, dio con un puma flaco, hecho feroz por el hambre.
El perro, en otra ocasión hubiera disparado; pero el deber lo hizo valiente. Puso en el suelo la canasta, enseñó los colmillos y esperó el ataque. El puma se abalanzó más a la canasta que al enemigo, pero antes que la pudiera agarrar, el perro lo cazó de la garganta y lo sacudió de tal modo que se volvió el otro para los montes, sin pedir el vuelto. Trotando, seguía el perro con la canasta, cuando se vio rodeado, sin saber cómo, por cuatro zorros. Se paró; se pararon ellos.
Volvió a caminar; se volvieron a mover: pero como se le venían acercando mucho, y que si soltaba la canasta un solo rato, para castigar a alguno de ellos, los otros aprovecharían la bolada, optó por quedarse al pie de un árbol, y esperar con paciencia que le vinieran a ayudar.
Pasaban las horas; los zorros no se atrevían a atacarlo, pero, pacientes, espiaban un descuido del fiel guardián. Ni pestañeó siquiera, y cuando lo atormentó el hambre, no se quiso acordar de lo que llevaba, pues era ajeno.
Al fin, vino el amo, inquieto, buscándolo. Dispararon los zorros; el perro fue acariciado como bueno.
Pues había sabido tener, para conservar, más astucia que el astuto para adquirir, más fuerza que el fuerte, más paciencia que el paciente.
De otro perro cuentan que, también llevando carne, se vio de repente atacado por uno mayor que él y más fuerte. Puso en el suelo la carne, y sin vacilar, peleó, como guapo y fiel que era; pero se juntaron otros perros y entre todos, ya lo iban a obligar a ceder y a robarle lo que llevaba. Se le ocurrió entonces que, ya que no podía salvar la carne, siquiera él también debía tomar su parte de ella: arrancó un pedazo y con él se mandó mudar, dejando que los demás siguiesen disputándose el resto.
Hay héroes que sólo son héroes, y hasta el fin; pero son pocos.
perro
estacion
León, el perro fiel a su dueña. Su dueña murió en las inundaciones de Río y la mascota no se movió de la tumba. Finalmente fue rescatado por una asociación, asustado y hambriento, pero ileso.
León se resistía a dejar el sitio donde se encuentran los restos de su dueña. Los vecinos del lugar lo habían rebautizado como Caramelo y contaron que el perro deambulaba por las calles del barrio Caleme, uno de los más afectados por el temporal, pero que volvía siempre a la tumba y cada vez que lo hacía, escarbaba la tierra.
El personal de Protección Animal de Río de Janeiro ha rescatado a más de 180 animales en Teresópolis y Petrópolis con ayuda del Instituto de Ambiente de ese estado y de ONGs, los cuales son llevados a un refugio y los perros que no sean reclamados por sus dueños, serán dados en adopción.
Aunque los perros no poseen noción de lo que es la muerte, su fidelidad a los amos es digna de mencionar; sólo son felices en su compañía y no son capaces de soportar su ausencia; es por ello que no quieren abandonar la tumba del dueño: siempre permanecen allí a la espera de que éste regrese.
Diez años
ABIA
Desde hace varios meses un perro leal espera a su amo -que falleció- frente al dispensario Monte Cristo de la ciudad cordobesa, donde es alimentado por vecinos y voluntarios protectores de animales.
El perro, apodado "Alicio", llegó junto a su dueño al dispensario de la ciudad, ubicada a 25 kilómetros de la capital, donde se fue a atender por última vez hace ocho meses.
El hombre había sido trasladado de urgencia al centro sanitario en grave estado y falleció en el nosocomio. Desde entonces el fiel animal espera a su dueño frente al dispensario.
El animal es alimentado por vecinos y voluntarios de la agrupación protectora Uniendo Huellas. Nadie puede entender la lealtad del animal que, pese a haber sido dado en adopción varias veces, se escapa y vuelve siempre al lugar, esperando quizás la salida de su amo para acompañarlo de regreso a casa.
El perro duerme en el depósito del dispensario y la doctora Alicia Delgado ya lo adoptó como si fuera su "hijo postizo" (de ahí su nombre Alicio). Los vecinos se encariñaron con el perro y todos comenzaron a llamarlo Alicio. Su actitud ejemplar originó varias reflexiones entre la gente. La moraleja más importante y comentada fue: "los animales saben entregarse y dar amor en forma desinteresada, más que los humanos". La historia del perro se hizo conocida en la provincia por fotos que los vecinos y turistas toman del animal y las difunden en redes sociales de Internet, como Facebook, donde se creó un sitio con el nombre: "Alicio el Perro".
hachik
Ahora mi historia, muy triste.
Historias muy tristes de perros, para reflexionar.
hacia
Mi perra era todo, cuando venia un desconocido le ladraba y una vez vino mi vecino que lo odio, y yo estaba con mis amigos y le digo a la perra AGÁRRELO, y mi perra salto y le mordió el brazo causando una herida, y mi vecino que tiene 16 se fue dolorido, y también hacia muchas cosas que cualquier perro no podía hacer era muy buena, yo le pegaba a mi papa y ella saltaba y me mordía, lo defendía y hacia muchísimas cosas para defender a la familia.
Un "25/01/10" me levante, y vino mi papa llorando y dijo que la había arrollado un auto, en ese momento yo me puse muy mal y salio mi hermano de 24 y fue a el patio de mi casa a enterrarla, días después mi papa me contó la historia completa ;
Todo empezó ese día a la mañana "09:00" mi papa fue a comprar pintura para pintar un mueble, y en mi casa hay una puerta que va al patio que de ahí pasas una reja y te vas a la calle, quedo abierta esa puerta y mi hermano estaba acostado en la cama, y había un bulto en el acolchado, y mi hermano pensando que estaba ahí se quedo tranquilo y mi perra se había escapado a la calle, olfateo y la perra se dirigía a la pintureria hasta que a mitad de cuadra de la pintureria la arrollo un auto, y mi papa se acordó de que dejo la puerta abierta, y salio de la pintureria desesperado y desde 50 metros reconoció su cuerpo arrollado, y se dirigió a mi casa y les reitero vino mi papa llorando y dijo que la habia arrollado un auto, en ese momento yo me puse muy mal y salio mi hermano de 24 y fue a el patio de mi casa a enterrarla. Hasta el día de hoy me acuerdo de ella, es mucho el dolor que sentí hace unos días cuando paso 1 año de su muerte.
Nunca mas me olvidare de ella.
perro
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